La relajación es un estado de ausencia de
tensiones.
Es importante aprender a relajar tu cuerpo y tu
mente, pues cuando el cuerpo está tranquilo, libre de tensiones innecesarias,
puede trabajar mucho mejor y sin gastar energías innecesarias, acumulándolas
para cuando si las necesites.
Es fácil de aprender porque no requiere el menor
esfuerzo sino todo lo contrario. El arte de relajarse es, sencillamente,
comprender que cuando queremos descansar toda tensión muscular es inútil.
Para formarse una imagen de lo que es relajarse
conviene que tires un abrigo o un vestido sobre tu cama. Obsérvalo al caer y
mira como queda sobre el colchón tal como cayó, sin realizar el menor esfuerzo
para sostenerse. ¿Te has quedado con la imagen?
Cuando trates de descansar tu cuerpo sobre la cama
o en un sofá imagina que es el abrigo o el vestido. Abandónate al mullido
encanto del colchón o del almohadillado de tu sillón.
Muchas personas piensan que es difícil relajarse.
Viven en continua tensión y, por otra parte, ni en la escuela, ni en casa, ni
en la universidad nos enseñaron la manera de hacerlo. Así no es extraño la
enorme cantidad de dolores y malestares que acumulamos con los años.
Hay ciertas personas que les da, literalmente,
pánico relajarse. Cuando duermen sus cuerpos parecen tablas. No descansan bien
y están llenas de preocupaciones y dolencias diversas. ¿Por qué les da miedo lo
que debería ser una sensación enormemente gratificante y placentera? Porque se
han formado un programa mental que identifica la quietud y la relajación con la
muerte o incluso con perder el tiempo... Sienten la compulsiva necesidad de
sentir sus cuerpos y les parece que relajarse es abandonar su organismo. Tienen
"miedo" hasta de dormir.
La relajación es agradable, placentera, gratificante
y sinónimo de descanso y bienestar. Porque un cuerpo relajado puede funcionar
mejor, recuperarse, armonizarse y curarse.
No existe estado más propicio para la curación del
cuerpo, el descanso y la investigación onírica que la tranquila relajación.
Por eso voy a ayudarte a relajarte.
Pronto tendrás la satisfacción de haber dado un
paso más de cara a tu equilibrio físico y psíquico.
Relajarse es abandonar hasta la intención de hacer
algún esfuerzo físico.
Para relajarse simplemente hay que hacer NADA.
Piensa en el abrigo o el vestido.
Te sugiero que observes, estos días, cómo caminas,
cómo te sientas, cómo trabajas. Trata de darte cuenta de la cantidad de
músculos que utilizas innecesariamente. ¿Sabes la cantidad de energía que
desperdiciamos cada día en tensiones musculares inútiles? ¿Podrás hacerte una
idea de lo que tu cuerpo podría conseguir si pudiera utilizar esa energía para
algo útil?
Conviértete en observador de tu propio cuerpo.
Detecta las fugas de energía.
Trata de hacer las actividades cotidianas usando
sólo los músculos necesarios.
Ahora realizarás tu primer ejercicio sentado en un
agradable sillón.
Ponte cómodo y cierra los ojos.
Presta atención a tu cara. Normalmente, el que
relaja su cara podrá relajar todo su cuerpo. Por eso vamos a fijarnos en las
tensiones que acumulamos en la cara. Haz todos los gestos y carantoñas que se
te ocurran. Cuando hayas movilizado todos los músculos de la cara pon tus dos
manos sobre ella y siente como este acto te tranquiliza. Respira hondo,
suavemente.
Deja tus manos caer sobre el regazo e imagina que
tu cara es de goma. La tensión se va disipando y se borran las arrugas, se
estiran los músculos por efecto de la gravedad. La expresión forzada de la cara
se difumina, se borra... hasta que sientas que toda la tensión de tu cara ha
desaparecido.
Ahora tu rostro ha rejuvenecido, está sereno,
tranquilo, y esa paz la sientes por todo el cuerpo.
Cuando tu cara esté relajada pondrás en práctica
una experiencia que te proporcionará una sensación especialmente placentera:
Con los ojos cerrados moverás ligeramente los
músculos que nos hacen adoptar el gesto de la sonrisa. Sonríe ligeramente,
aunque no tengas ganas.
Cuando hayas formado en tu rostro una sonrisa,
respira hondo para que tu sonrisa inunde todo tu cuerpo y bañe todas tus
células. Respira tres veces llenando cada parte de tu cuerpo con esa sonrisa.
Si lo haces no necesitarás que te demos ninguna
explicación más.
Ese será nuestro secreto.
TRUCOS PARA APRENDER A RELAJARTE
Te voy a explicar algunas técnicas para aprender a
relajarte. Posiblemente alguna te parezca más interesante que las otras o se
adapte mejor a tu carácter. Experimenta con ella; cuando sepas relajar tu
cuerpo no precisarás de ningún tipo de ejercicio especial. Para aprender a
relajarte no es necesario un tiempo definido de aprendizaje. Puedes saber cómo,
de manera inmediata. Cuando te des cuenta de lo que te impide hacerlo, todo
estará resuelto.
TÉCNICA 1:
Acostado, sentado o como mejor te encuentres,
comienza imaginando una energía de color azul, muy agradable, que envuelve tu
cara. Esa energía envuelve tu rostro y penetra hacia adentro proporcionándote
una gran sensación de bienestar. Deja que esa energía azul relaje toda tu cara
y tu cabeza. A continuación continúa imaginando esa energía envolviendo y
penetrando cada parte de tu cuerpo: cuello, hombros, brazos, manos, pecho,
espalda, abdomen... hasta los pies. Sigue tu propio ritmo, no tienes prisa.
Finalmente imagina todo tu cuerpo envuelto en esa relajante luz azul.
Experimenta el descanso que te proporciona. Permanece en ese estado de
relajación el tiempo que quieras. Nota como tu cuerpo se encuentra feliz y
descansando.
TÉCNICA 2:
TÉCNICA 3:
Se trata de imaginar la circulación sanguínea. Una
de las curiosas virtudes de la imaginación es que cuando dirigimos la atención
a una parte de nuestro cuerpo la circulación sanguínea en esa área se
incrementa. Imagina tu cara y la sangre circulando por ella. Imagina cada una
de las partes de tu cara (no tenemos prisa). Ve tus ojos, imagina como llega la
sangre a ellos. Cuando lo hagas notarás un agradable calorcito y una sensación
de relajación y descanso. Imagina parte por parte tu cuerpo viendo como circula
la sangre entre cada músculo y cada órgano. Llega, así, a tus pies. Todo tu
cuerpo estará relajado. Verifícalo. Si alguna parte se ha vuelto a tensar
mientras tanto dedícale un poquito de atención y problema resuelto. Ahora tu
cuerpo descansa feliz.
TÉCNICA 4:
TÉCNICA 5:
Este ejercicio se basa en un fenómeno fisiológico
muy interesante. Tú sabes que todo tu cuerpo está cubierto de piel. La piel, a
su vez, posee millones de pequeños poros que comunican el exterior con el
interior. Inicia tu recorrido desde la cara. Imagina que los poros de tu piel
se hacen más y más grandes. La piel da de sí, se distiende, se afloja, los
poros crecen y crecen. Cuando termines tu recorrido por el cuerpo parecerás (en
tu imaginación) una especie de queso gruyere. Un saco de piel cedida, floja,
relajada. Naturalmente tu piel, en realidad no cederá ni un milímetro. Pero al
imaginar esto, actúas sobre las terminaciones nerviosas que van a producir el
milagro de la relajación. Es fantástico. Pruébalo. Luego piensa que el aire
entra y sale por esos poros gigantescos como en una esponja. Imagina que
respiras con cada uno de esos grandes poros y el aire circula por el interior
de tu cuerpo. Experimentarás una gratísima sensación de bienestar.
Ahora ya tienes ideas para trabajar.
Aprende a relajarte y nunca te arrepentirás de
haberlo hecho.
RELAJA TU MENTE
Los ejercicios anteriores utilizan la atención y
la imaginación. Cuando se realizan como un juego, una diversión más que una
disciplina, hacen que nuestra mente se evada de las preocupaciones cotidianas
que nos tensan, nos preocupan o desequilibran.
música relajante que previamente habrás
elegido y puesto en tu equipo. Sumérgete en la música como la abejita en la flor.
Deja que tu cuerpo y tu psique vibren con cada nota, con cada silencio. La
música es una especie de don divino. Sana nuestro cuerpo y nuestra mente.
La mejor práctica de relajación mental que te puedo
sugerir es:
Imagina que la música penetra en ti por los pies,
se expande por todo tu cuerpo, lo armoniza y sale en forma natural por cada
poro de la piel. Comprende que el poder de la imaginación y la música hacen
verdaderos milagros. La auténtica felicidad está en las cosas aparentemente
pequeñas.
Si no puedes escuchar música donde te encuentres
en esos momentos, contempla un bello cuadro, una lámina, dibujo, foto o pintura
que te inspire agradables sentimientos. Mírala con los ojos abiertos y luego,
alternativamente, con los ojos cerrados sintiendo que los colores y la imagen
penetran y bañan todo tu cuerpo.
Hay quien prefiere vocalizar, mentalmente, algún
sonido elemental.
Puedes utilizar el famoso OM hindú. Ocupa toda tu
mente con este sonido mental alargando el sonido de sus letras, así:
oooooooooooooooommmmmmmmmmmm.
Deja que en todo tu cuerpo resuene esta sílaba.
Observa todos los beneficios que puedes obtener
con sólo unos minutos de práctica.
(Thomas Browne, Religio M)
Gracias por leer hasta aquí y por
dejar tu comentario de como te relajas tú, si usas alguno de estos métodos... o por sugerir tema del que te interesa que hable en
próximos artículos de este Blog.
SUSANA SIETE LUNAS
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